Llegamos a Jaén a las 7:30 pm aproximadamente el día jueves 15 de agosto del año 2019. El autobús, proveniente de Madrid, atravesó numerosos pueblos de la provincia andaluz, antes de entrar a las calles de la pequeña ciudad capital. Las calles estaban vacías y los negocios cerrados. Las chicas fueron a buscar un hostal mientras yo me quedé con las maletas en el terminal terrestre. No teníamos idea de dónde alojarnos. La improvisación nos salió cara porque elegimos un mal lugar a un precio injustificable: 65 euros.
Afortunadamente, al día siguiente pudimos buscar un mejor hostal: La Estación. A partir de allí, las cosas mejoraron. La amabilidad de los ciudadanos de Jaén nos tiene conmovidos. Sin temor a exagerar, pocas veces nos hemos topado con gente más dispuesta al servicio.
Alberto, el recepcionista del Hostal La Estación, un chico de unos 22 años, no escatimó esfuerzos para hacer de nuestra estancia una experiencia agradable. Fue cortés y atento, pero con mucha alegría. Me dio información detallada de las rutas y costos del transporte en tren hasta Madrid o Cádiz. Me explicó los pro y los contra de alquilar un piso. Durante el Check-out, se ofreció a buscarnos un taxi. Dejó por un momento su escritorio y fue a conversar con los taxistas. Al ver que no contaban con la unidad apropiada por el número de maletas que llevábamos, llamó por teléfono. Luego, nos ayudó con el traslado de las maletas no dejó de encargarse y asegurarse de nuestra comodidad hasta que por fin llegó un auto con mayor capacidad. Espléndido.
Las habitaciones del Hostal La Estación, si bien no son de lujo, ofrecen una excelente relación calidad-precio, si lo comparamos con el hostal de la primera noche, cuyas condiciones eran lamentables: habitación demasiado pequeña para tres personas, con un baño compartido alejado del cuarto por un pasillo de unos 30 metros. El dueño de aquel fiasco nos exigió absoluto silencio (el niño que nos acompañaba no podía ser niño, tenía que estar sedado según él). No hubo jabón ni shampoo. Nada de vasos limpios ni agua potable. No había TV por suscripción ni guardarropa. Y la instalación eléctrica fallaba, al mover algún cable se apagaban los faros. Era preferible dormir en el piso que en aquellos colchones vencidos. En pocas palabras, violación de normas estándar, una estafa, por 65 euros. Al día siguiente tuvimos la fortuna de cambiarnos al Hostal La Estación por 67 euros. En su caso, La Estación nos ofreció una habitación triple amplia, con un soporte físico impecablemente mantenido, con amplio baño privado, agua potable, vasos limpios, jabón y shampoo. Privacidad para hablar alto o algarabías infantiles, y un personal de contacto afable y dedicado al servicio, no al negocio.
Hablando de nuevo sobre Alberto, su caso no es aislado. Nos ha colmado a todos el constatar que es un comportamiento general. El Sr. Enrique, director de extranjería de la central de policías; Lydia, la promotora de telefonía móvil Vodafone; Morelia, la funcionaria de Bankia donde abrí mi cuenta; el Sr. Ambrosio de la Escuela Antonio Prieto; los vecinos del piso de arriba en el bloque donde logramos encontrar una residencia alquilada, al lado de La Plaza La Igualdad. Las personas a las que pedimos información en la calle. Todos desbordan en excelente aptitud al servicio, con una amabilidad desbordante que te hace sentir bienvenido, y una sonrisa genuina.
¿Cuándo salimos a hacer diligencias?, pregunta Alejandro, mi hijo de cinco años, con quien salgo a las calles de Jaén a realizar tareas y procedimientos para establecernos en esta tranquila y encantadora ciudad. Ale le cae bien a todos. Es un chico muy inquieto, pero tierno como cachorro. Y en todos deja una huella. Al regresar a la policía por un certificado, el Sr. Enrique n se acordaba de mí, pero sí de Ale y su tiburón de goma. No me deja hablar, siempre se adueña de la conversación. “Oye, que guapo el vecino que nos ha tocado”, es lo que más le repiten a mi niño estas personas, que toleran y disfrutan sus travesuras con la frase “es un niño, es normal, no se preocupe”. Por eso le encanta salir a “hacer diligencias”.
Escrito por:
Larry Francis Obando – Technical Specialist – Educational Content Writer
Tutoría Académica / Emprendedores / Empresarial
Copywriting, Content Marketing, Tesis, Monografías, Paper Académicos, White Papers (Español – Inglés)
Escuela de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Central de Venezuela, CCs.
Escuela de Ingeniería Electrónica de la Universidad Simón Bolívar, Valle de Sartenejas.
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